La tercera y última basílica de Nuevo León es la Basílica La Purísima Concepción de Monterrey, la cual recibió esta distinción en 1989. Se construyó en 1941, y obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura 1947 para Enrique de la Mora y Palomar.
El diseño fue muy innovador para la arquitectura religiosa de la época, tanto así que gran parte de la jerarquía nacional se opuso al proyecto. El obispo de San Luis Potosí Guillermo Tritschler y Córdova (después arzobispo de Monterrey) defendió el proyecto aduciendo que en la historia del arte las obras son modernas para su época, y muchas grandes obras rompieron las tradiciones de su tiempo creando nuevos estilos.
La nave es un cascarón de concreto armado de forma paraboloide, el cual se intersecta con otra estructura igual para formar la tradicional planta en forma de cruz. Aparte a un lado está la altísima torre con una imagen de La Purísima obra de Adolfo Laubner. También hay que destacar el grupo escultórico del Jesucristo crucificado y los doce Apóstoles, obra de Herbert Hofmann de Ysenbourg.
La Purísima es el templo que considero más bello en nuestro estado. Recuerdo que cuando era niño me desconcertaba que mi padre, reconocido arquitecto, alabara tanto al templo de La Purísima. A mí me parecía muy "plano" comparado con los templos que había cerca de nuestra casa (la imponente basílica del Roble, los ornamentados muros del templo de Dolores y los magníficos vitrales de el Perpetuo Socorro). Con los años le he dado la razón. La belleza de la Purísima va más allá de los detalles, es la unión de la geometría, la estructura, la forma y la función que se entrelazan para crear un conjunto bellísimo logrado con gran pureza. Hasta en eso concuerda con su nombre.
Fotografías tomadas en Febrero 2020 con cámara Pixel 3XL y filtro polarizador, excepto la nocturna tomada el día de su fiesta patronal, 8 de diciembre de 2018 con cámara Nexus 6P.
